Es desconcertante las fases por las que vas pasando hasta poder dejar definitivamete ese algo,
o simplemente cambiar un hábito por otro.
Cuando das el paso y decides dejarlo, al principio parece casi imposible vivir tu monótona vida sin ello.
Sientes una necesidad, una dependencia irefrenable que por mucho que intetas no pensar en ello, cada ratito tuyo
te recuerda a cuando lo tenías y eso te hace necesitarlo aún más.
Siempre buscas cualquier excusa para retomarlo, pero esta vez demasiado malas para intentarlo.
Si te paras a pensar... parece imposible superarlo.
Poco a poco tus instintos van cambiando y te vas acostumbrando a tu nueva vida. Esa dependéncia abusiva aminora
hasta que los ratos se hacen incluso soportables.
Sustituyes esos hábitos por otros, para tu nueva forma de ver quizás más saludable. Notas que te sientes mejor.
Ahora parece mas llevadero, cuesta menos y ya casi está superado. Tal vez, con demasiada rapidez.
Tu mente recapacita y piensa que algo va mal.La nueva rutina te resulta incómoda y vuelves a donde antes... a la
necesidad de tenerlo, a la dependencia irefrenable e ilógica que, aunque sólo sea pro instinto, al no tenerlo lo
quieres con mayor intensidad.
Esta vez lo necesitas mas que quieres, pero ya es demasiado tarde para volver a atrás, antes de la ansiedad,
cuando todavía lo tenías, porque te das cuenta el sin sentido de aquello, del daño que te causaba.
Realmente sí, es... como dejar de fumar.